Trabajar con adolescentes no es tan sencillo. Los jóvenes van cambiando año tras año, cada vez parecen más adultos, o más niños, la verdad no lo sé. A veces quieren expresarse como si fueran unos ancianos llenos de sabiduría y en otras ocasiones pareciera que en vez de estar en primer año de la secundaria están empezando la primaria, todo les da risa, inventan palabras, gritan todo el día y se distraen con gran facilidad. Pareciera que nada les importa. Claro que a veces me enojo, porque me preparé por años para estar donde estoy y parecen no escuchar mis clases, pero también los entiendo, no siempre van a tener trece años.
Mi nombre es Laura y soy la profesora de geografía de una escuela secundaria de Argentina. Amo mi trabajo, desde niña supe que la docencia era lo mío.
Estoy a cargo de primer y tercer año, pero en esta ocasión quiero enfocarme en mis alumnos más jóvenes, los que acaban de terminar la primaria. Este año me tocó un grupo tranquilo, a pesar de que es un cambio importante lo están llevando bastante bien. Por supuesto que a veces son revoltosos, pero son adolescentes y sé que es normal.
Pasaron pocos días desde que tuve mi primera clase con ellos y ya me estoy aprendiendo sus nombres: Matías, al que hay que decirle que se mantenga en silencio a cada rato, Paula, quien responde todas mis preguntas por más difíciles que sean, como si tuviera una biblioteca en su mente, Leonel, que a cada rato hace chistes y alborota a todo el grupo, Bianca, quien parece estar siempre aburrida en mi clase, se queda dormida, no responde a mis preguntas aunque haya explicado el tema varias veces... Bianca... el comportamiento de ella me llama la atención. Recuerdo muy bien su nombre.
En la primera clase dejé una actividad que debían de entregar para la próxima vez que nos viéramos y pude ver lo que veo año tras año, quien lo hace excelente, el que copia todo de Internet y varias tareas repetidas. Me río al leer las últimas porque ni se esfuerzan en cambiar algunas palabras para disimular. Todos entregaron el trabajo, así esté mal hecho, lo entregaban igual, al menos había una palabra escrita, pero la tarea de Bianca era inexistente, ni siquiera había copiado la consigna. Le pregunté el motivo y se disculpa diciendo que estuvo ocupada, que ese día no llegó a copiar la tarea debido a que la retiraron antes de la escuela, recuerdo eso, pero debió de habérsela pedido a algún compañero, pero insiste en que estuvo ocupada.
Me planteo en qué vida tan ocupada podría tener una adolescente de trece años a tal grado de no tener tiempo de copiar tres preguntas en una hoja. Lo dejo pasar debido a que son las primeras clases y no quiero tener una mala imagen de ningún alumno. Pero las clases pasan y ella sigue igual.
Le planteo mi preocupación al director y él dice no saber demasiado sobre ella debido a que era una alumna nueva, había hecho la primaria en otra escuela y al revisar sus calificaciones puedo ver que su último año en la primaria lo pasó por pura casualidad. El director decide no indagar más ni citar a sus padres debido a que recién empezaba el ciclo escolar y él creía que era demasiado pronto. Estaba un poco decepcionada por su poco interés pero acepté su decisión.
Al poco tiempo las clases presenciales se vieron afectadas por lo que es de público conocimiento. Todos debíamos de permanecer en nuestras casas. De inmediato se empezó a ver cómo adaptarse a las clases virtuales. Les dejaba textos, mapas y actividades pero no me terminaba de gustar que ellos se quedaran sin una explicación un poco más específica así que decidí que la hora en la que daba mi materia con ellos nos conectaríamos por una aplicación para poder vernos, aclarar dudas, y que la inmensa cantidad de textos pueda ser más llevadero para ellos que a cada rato me pedían explicaciones o simplemente me escribían para decir: "no entiendo nada, profe".
Era la primera vez que me manejaba de esa forma con mis alumnos y tenía miedo de que no funcionara. Ya sea porque no todos tenían acceso a Internet, porque no sabíamos qué tan eficaz era la plataforma que había decidido utilizar, como tampoco si se me vería o escucharía bien. Soy consciente de que no todos tienen una computadora o celular para usar cuando quieran así que la asistencia no era obligatoria.
Como era de esperar no se conectaron todos, pero casi la mitad del curso estaba ahí, lo que era bueno. Algunos no pudieron por no tener un celular o una computadora con acceso a Internet en ese momento y otros, simplemente porque no era obligatorio. Pero estaba la mitad, y esos diez adolescentes merecían la clase que había prometido.
Nos saludamos, pregunté si se escuchaba bien, si la imagen era buena, si tenían alguna dificultad para conectar la cámara o el micrófono... todo parecía estar perfecto. Ellos me veían y yo los veía a ellos.
Minutos antes de entrar a la clase virtual me pregunté si Bianca estaría allí, ya que pocas veces entregó las tareas y las pocas parecían estar hechas en diez minutos. Para mi sorpresa sí estaba ahí, saludándome. La felicité por haberse sumado a mi propuesta animándola a quedarse ya que así podría serle de ayuda para las próximas actividades. Ella asintió con la cabeza y buscó un cuaderno para empezar a tomar apuntes. A cada rato alguno tenía una pregunta o quería agregar un comentario así que decidí no silenciar a nadie así podría ser el intercambio que tanto necesitábamos. El sonido de ambiente afectaba un poco la clase pero de todas formas, todos nos escuchábamos bien.
Estaba aclarando algunas dudas sobre el último mapa que había mandado cuando el sonido de ambiente de uno de los hogares fue más fuerte de lo normal. Provenía de la casa de Bianca quien solo suspiró y se alejó de la cámara. Mis alumnos, un poco curiosos se quedaron en silencio para seguir escuchando una conversación que había muy a lo lejos, yo intentaba silenciar su micrófono ya que me parecía su privacidad pero no había manera de hacerlo. Me estaba poniendo cada vez más nerviosa conforme avanzaban los minutos, quería seguir mi clase, pero no podía.
La conversación seguía. Estaba su voz. Y la voz de una persona mayor, un anciano, ¿sería su abuelo?
Lo confirmé a los pocos segundos.
-Abuelo, por favor, te había dicho que iba a estar en clase, es importante. -Dijo en un tono un poco molesto.
-¿Clase? ¿de qué, tesoro? No me habías dicho nada. -Le responde el anciano confundido.
-De geografía, abu... ¿te acordás de que no puedo ir a la escuela? no podemos salir de casa y las clases son así ahora, mira, voy a poner las noticias para que veas un poco. -Le dice Bianca con una voz esta vez dulce y paciente.
-¿Pero qué es eso? ¿están todos tapados? ¿están enfermos? Ay, Bianca, ¿qué está pasando en el mundo? -Con cada pregunta aumentaba más su preocupación y parecía no poder respirar bien.
-Abuelo, tranquilo, todo está bien, solo debemos cuidarnos. No te pongas nervioso, voy a traerte una pastilla así estás más relajado, ¿o preferís que te haga un té? Cambiemos de canal, miremos otra cosa, ¿qué película te gustaría ver? ah, ya sé, ¿querés ver "la vida es bella"? -Decía Bianca cada vez más nerviosa.
-No, mi vida, no te preocupes, estoy bien... solo me alteré un poco, no recordaba todo esto, perdón Bianca, ¿qué hora es? ¿no tenés que ir a la escuela hoy? ¡se te hace tarde!
Al rato mi alumna "distraída e irresponsable" volvió a acercarse a la cámara pidiendo disculpas. Todos seguían en silencio esperando algo, una explicación de lo sucedido, que terminara la clase, que siguiera, algo...
Le pregunté si todo estaba bien y a pesar de la mala calidad de su imagen pude ver cómo sus ojos comenzaban a cristalizarse y con la voz cortada empezó a contar, al principio con vergüenza. A quien habíamos escuchado, efectivamente era a su abuelo. Ella vive con él desde que era niña, su abuela también estaba en la casa pero falleció hace unos años y desde entonces, su familia solo era su abuelo materno. No conocía a sus padres, su madre quiso darla en adopción y los abuelos decidieron que lo mejor era que viviera con ellos, ante la insistencia y la aprobación del juez, ellos estaban a cargo de la niña, la madre, enojada por no haber aceptado su decisión se fue a vivir a otra provincia. No sabía quién era el padre. Solo sabía que estaba sola bajo el cuidado de una persona mayor. Su abuelo tenía Alzheimer y una enfermedad en su corazón, por lo que debía de permanecer tranquilo siempre, pero a medida que aumentaba la pérdida de la memoria también lo hacían las crisis de ansiedad.
Todos la escuchábamos sin interrumpir mientras ella seguía relatando lo que era su día a día. Muchas veces faltaba a la escuela debido a que su abuelo no estaba bien de salud y debía cuidarlo, cuando estaba en clases y se ponía mal, una vecina iba a retirarla de la escuela antes para que fuera a ayudarlo. No tenía tiempo libre para salir con amigos, divertirse, o incluso, estudiar. Pidió perdón por sus tareas, aceptó que sí las hacía muy rápido y casi no leía los textos.
-A veces creo tener tiempo libre cuando él mira una película, casi siempre la misma, ve "la vida es bella" una y otra vez, y no se aburre, se emociona como si fuera la primera vez, es que se olvida, profe... y me pide que lo acompañe porque tiene una linda enseñanza que quiere que aprenda, pero también olvida que me sé los diálogos de memoria... -da un suspiro, se seca el rostro y las lágrimas que hacían una maratón empiezan a disminuir- pero él está contento cada vez que me siento a ver esa película con él y le digo que es hermosa, a veces me pongo a pensar, profe... y no sé cuántas veces más voy a poder verla, él está muy enfermo... nunca sé si va a ser la última repetición.
Mi alumna "irresponsable" era la más responsable de todos. Tenía una responsabilidad mucho más grande de la que debería, estaba obligada a crecer antes de tiempo, tenía deberes más difíciles que responder unas preguntas de geografía. Los adolescentes de a rato son adultos y después niños, Bianca debía de comportarse como una adulta siempre.
Ese día le prometí que íbamos a encontrar una solución para que ella pueda estudiar, divertirse, tener tiempo... su único pedido fue que no la separaran de su abuelo, su única familia.
Nunca sabemos la realidad detrás del comportamiento de nuestros alumnos, sean niños o adolescentes, juzgarlos o decir que son irresponsables, caprichosos, problemáticos... es más fácil que investigar qué les sucede o ver si necesitan ayuda, pero en cada alumno hay una historia que no conocemos, quizás esté en nuestras manos el hacer la diferencia en sus vidas.