lunes, 5 de agosto de 2019

Carta de un adolescente a sus padres

Sé que a veces puedo parecer rebelde, que ni yo mismo me entiendo y créanme, es así. Muchas cosas están cambiando, no solo en mi mente sino también en mi cuerpo, quiero experimentar muchas cosas, vivir nuevas experiencias y hacer cosas que aunque sé que están mal, me causan adrenalina, por favor, hablen conmigo, a veces parece que no los escuchara, pero cada palabra queda guardada en mi mente, así sea una palabra de aliento o frases que me hacen sentir una molestia.

Entiendan que en verdad estoy cambiando, no me comparen con el niño que solía ser, si antes quería hablar todo el día y saludaba a todos y ahora no, sepan que necesito tiempo a solas para entender lo que está ocurriendo, a veces hasta yo me desconozco.
Es fácil que pueda caer en malas compañías por buscar la aprobación, pero no basta con prohibirme algo, una charla, sin gritos ni palabras hirientes, me hacen reflexionar mucho más. Cuéntenme cómo eran ustedes a esta edad, pero sin decirme lo que ustedes hicieron y yo no estoy haciendo, no me comparen.

Me siento confundido, a veces me siento triste y otras veces solo quiero pasar el tiempo con mis amigos, pero en ambos momentos, los necesito.
Nuevas emociones están surgiendo, estoy experimentando el amor, no me digan que lo que siento no es real, simplemente por ser joven, ni se rían de mí, eso va a hacer que pierda la confianza. No minimicen mis problemas, no me digan que hay cosas más importantes por las que preocuparse, eso me hace sentir una persona egoísta, dejen que exprese lo que siento, aunque para ustedes sea una tontería, a mí me duele.

Capaz suelo decir que ya no soy un niño como para que me den órdenes, pero tampoco soy un adulto y necesito que corrijan mi comportamiento. No, no soy un caso perdido, ni estoy siendo dramático, simplemente estoy pasando por una etapa en donde los necesito, sin reproches.
Sé que a veces soy hiriente y los lastimo con mis palabras, incluso puedo decirles que los odio, pero esto no es así.
Si se equivocan, tengan la valentía de afrontar sus errores y pedir perdón, así yo también aprendo a reconocer los míos.

Salgamos a pasear, tomemos un helado, háganme preguntas sobre cómo me siento, cómo me va en la escuela y con mis amigos, a veces necesito un consejo de un adulto, un consejo que un amigo no va a saber darme, simplemente porque tenemos la misma edad. Si ven que mis problemas van más allá de lo que solo debería de ser una etapa, por favor busquen la ayuda que necesito, aunque me cueste aceptarla, a veces es necesario para poder sobrellevar estos momentos.

Y sobretodo, no me dejen solo, cuando sea adulto, se los voy a agradecer infinitamente.

2 comentarios:

  1. Cuando era adolescente no era como la típica caricatura de la adolescente que se deprime por cualquier tontería, aunque motivos me sobraban, tenía muchas ganas de hacer cosas, no tanto de experimentar, pero sí de llevar a cabo lo que pasaba por mi mente, me gustaba tocar música y hacer manualidades, sin embargo nunca tenía tiempo porque tenía que estudiar y comer. Las horas del almuerzo y cena eran eternas porque mi garganta tenía vida propia y se incomodaba cada vez que le enviaba comida, eso era un problema porque los demás creían que quería ser flaca como la Barbie y así nadie me iba a querer porque no tendría carne para agarrar. Mis notas aunque no eran tan malas, ya no eran lo suficientemente buenas como para recibir un diploma, es que realmente odiaba los métodos didácticos de los profes nuevos, en vez de emparejar la cancha sólo la inclinaron para el otro lado, pasaba 9 horas diarias calentando el asiento para luego llegar a la casa a preocuparme por los trabajos del colegio, entonces nunca podía desconectarme de allí, pues cuando terminaba de almorzar ya estaba oscureciendo y no podía salir y cuando terminaba las tareas ya había que dormir. Es que realmente tenía muchas ganas de salir, pero no a una fiesta, sino a tomar aire o a conversar con algún amigo, quería ver una cara diferente o al menos no ver las mismas de siempre, el Facebook no suplía esa necesidad por más tiempo que intentara pasar en él. Escuchar música tampoco suplía la necesidad de tocarla aunque pasara horas bajo los audífonos, pero al menos me mantenía de buen ánimo en todo momento. Llegaba la noche y eso no significaba descanso porque volvería a soñar con que estaba en el colegio, cómo no si no solía experimentar mucho más de lo que pasara allí, era el medio que me llevaría a entrar a una buena universidad y entonces me convertiría en la primera profesional de la familia. ¿Profesional de qué? aún no sabía pero algo debía elegir. Ellos creían que distracciones como los amigos del barrio o el arte sólo me harían perder el tiempo y eso no era lo mejor para mí, por supuesto que yo no sabía qué era lo mejor para mí aunque doliera o me hiciera sonreír, lo mejor era que me juntara con mis compañeros en los recreos porque tenían mi misma edad ¿y qué daño podrían hacerme unos niños de mi misma edad? según mi profesora, sólo jugar, ellos no tenían malas intenciones, pero cuando decía que no era así "sólo eran excusas para no ir a clases".
    Hoy soy adulta aunque no me sienta como tal, no soy profesional porque saboteé el examen de ingreso a la universidad y tampoco duro mucho en los trabajos. Hoy tengo mucho tiempo libre para salir, tocar música y hacer manualidades, pero ya no tengo deseos de nada, entonces me pregunto ¿De qué sirvió todo?
    Sin todos esos estereotipos pudo haber sido tan diferente.

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