Siempre quise hablar en otro idioma,
expresarme en un alfabeto desconocido,
decir lo que tenía dentro y permanecía escondido,
conseguí cantar en japonés,
y llorar y maldecir en portugués,
agradecer y soñar en italiano,
y hablar quizás para quien entendía, un poco de inglés.
Mientras gritaba lo que sentía en francés,
hasta que mi idioma se convirtió en mudez
y el silencio se fue apoderando de mi ser,
y mis palabras estaban en español,
pero jamás salían de mi interior,
el lenguaje del silencio jamás tuvo traductor.
En lengua de señas pude expresar mi temor
y en braille expresar todo el dolor,
pero mis sentimientos continúan
todavía deambulando en el aire de mi habitación.