jueves, 11 de diciembre de 2014

Maquillar el alma (cuento)

Él tiene razón. Si no estuviera en mi vida no tendríamos nada para llevar a la boca. Una mujer sin estudios, sin experiencia en absolutamente nada como yo ¿qué podría hacer sin un hombre? Se pasa el día trabajando, se levanta temprano y vuelve tarde para que tengamos una vida digna y yo solo lo hago enojar.
Llega cansado y estresado de un largo día y tiene derecho a relajarse tomándose unas cervezas con sus amigos. ¡Qué desagradecida que soy! Sin él no sería nada.

Mi esposo es abogado, y de los mejores, tenemos una casa enorme como la que siempre había soñado de pequeña, un gran jardín y todo lo que cualquier persona quisiera tener. En fin, nada me falta gracias a él. Tengo ropa de marca y joyas que no cualquiera podría comprar. Después de darnos tantos lujos a mí y a mis hijos ¿qué más le puedo pedir? Es un excelente marido, a veces tenemos peleas, sí, como todos los matrimonios pero somos una pareja feliz. Una familia súper unida.
Mis hijos, María de 8 y Daniel de 10 asisten a un colegio privado. María solo va a estudiar hasta primaria, es mejor que se dedique al hogar y aprenda desde pequeña cómo mantener una casa y hacer feliz a su marido. Yo quisiera que se gradúe, que sea una mujer independiente pero mi esposo no quiere y él tiene la última palabra. Daniel sí va a seguir estudiando y será abogado como su padre.

Estoy cocinando su comida preferida y tengo todo en perfecto estado así se siente cómodo cuando llegue. No debe faltar mucho. Tal vez traiga a unos amigos a cenar. Me puse uno de los mejores vestidos que tengo y me maquillé, pero no mucho, no quiero parecer una cualquiera como dice a veces. Solo soy de mi marido. Fui a la peluquería y me hice un cambio de look, ¡Ojalá le guste! Me advirtió en la mañana, tenía que estar hermosa a la noche, o al menos presentable porque hermosa es imposible, me recalcó.
Se escuchan ruido de llaves, mis hijos, que están mirando la televisión la apagan rápido y corren hasta su cuarto. Me acomodo el pelo, y me acerco a la puerta para saludarlo como merece. Lo supuse. Está borracho.

-Amor... ¿es...tás bien? -le digo tartamudeando.
-¿Qué hay de comer? Seguro nada, con una inútil como vos, ¡¿qué puedo esperar?! -me dice agarrándose de las paredes y cayéndose de la borrachera.
-Te... te preparé tu... tu... comida preferida...
-¡Hablá bien mujer! ¿Ni hablar sabés? Por Dios... ¿qué harías sin mí?
-¿No vinieron tus amigos?
-Están ocupados, tienen que trabajar, ¡no como vos que no hacés nada en todo el día!
-Podría trabajar si me dejaras así te ayudo en algo y...
-¡¿Cuántas veces te dije que no?! Seguro querés engañarme con otro ¿verdad? ¿Es eso?- Dice alzando la voz.
-No amor. Yo te amo a vos y lo sabés lo que pasa es que...

La cachetada me da vuelta la cara y me empieza a sangrar el labio. Me empuja y caigo en el sillón; levanto la mirada y puedo ver a mis hijos llorar en las escaleras, vuelvo a observar a mi marido y con lágrimas en los ojos le pido perdón pero ya no hay vuelta atrás. Soy una estúpida, lo hice enojar de nuevo. Esto es un suplicio. Pero él tiene razón. Es el proveedor de esta casa y hay que tenerle respeto.
Tira la botella al piso y los vidrios se esparcen por toda la sala, su rostro se va desfigurando a medida que pasan los segundos, comienzo a temblar pero no escucha mis sollozos y me vuelve a golpear. Una patada en el estómago, una puñalada.
Me deja tirada en el suelo, no me puedo levantar, sin embargo ordena que junte los pedazos rotos de la botella, necesito hacerle caso pero... no me puedo mover...

-No sé para qué vine a esta casa, me voy al bar, a ver si así me puedo olvidar de lo inútil que sos.

No le respondo, no es porque no quiera pero el labio me duele mucho y no me permite hablar. Es mejor que se vaya. Tengo que ordenar todo.
El vestido blanco que llevaba se empapó de sangre. Apoyo la mano en el sillón pero el dolor que siento en la pierna izquierda hace que grite. Mis hijos llegan corriendo, a María, que sufre de asma le cuesta respirar y Daniel está aterrorizado. Pero ya están acostumbrados, esto es una rutina.

-Mamá... -exclama Daniel casi en silencio.
-Hijo... estoy bien, no te preocupes... andá a hacer la tarea del colegio, llevá a tu hermana.
-Me olvidé de decirte... para que pueda entrar mañana tenés que ir a hablar vos o papá con la maestra, es que le pegué a una compañera.
-¿Por qué hiciste eso Daniel? ¿No tenemos acaso demasiados problemas como para que estés haciendo esas cosas?
-Perdón es que... papá me dijo que así se trata a las mujeres y él es mi héroe.


jueves, 25 de septiembre de 2014

Si querías a esa niña

Si querías a esa niña, ¿por qué le arrebataste la sonrisa?
Si querías a esa niña ¿por qué le robaste la alegría?
Si querías a esa niña ¿por qué cubriste su rostro de lágrimas y no de risas?

A esa niña la mataste hace años, no la quieras recuperar, por más que a Dios le pidas que regrese a la vida, los muertos no pueden resucitar.
Convertiste su inocente mente en pensamientos perturbadores y su mundo de fantasía en uno donde habita el dolor; donde llorar es una rutina y callar una pesadilla.
¿A dónde fuiste pequeña? Volvé a mí... prometo protegerte esta vez y no ser yo el motivo de tu muerte... te quiero y te extraño... o tal vez solo es el sentimiento de culpa lo que me hace estar así...

Tal vez ahora mismo seas la niña que anhelarás siendo ya una adulta...


jueves, 5 de junio de 2014

Entre los niños y los adultos, los adolescentes...

¿Somos niños? No. ¿Somos adultos? No. ¿Entonces qué somos? adolescentes, pequeños para algunas cosas, grandes para otras... una de las etapas más complicadas de la vida, en las que más necesitamos la compañía de un adulto que sea capaz de hacernos mejorar cada día como persona y enseñarnos de a poco a sobrevivir en este mundo estando completamente solos. ¿Y si no está ese adulto, qué pasa? así empiezan los problemas en los adolescentes, las confusiones, la desorientación, la desinformación, las malas influencias hace que vayamos por mal camino y nos guiemos por personas de nuestra edad que tienen los mismos conocimientos que nosotros, si a la vez, ellos también están solos nos unimos y nos ayudamos entre todos pero sin saber qué es lo que tenemos que hacer realmente.

Comienzan las obligaciones, estas van aumentando a medida que vamos creciendo, pero eso no quiere decir que tengamos que dejar la diversión de lado y empezar a comportarnos como una persona adulta cuando no lo somos, tampoco como si fuéramos niños, en la adolescencia entendemos un poco más cómo es la vida realmente, las personas malas, los que se aprovechan de los demás, los problemas del país, etc.

Trato de no juzgar a los de mi edad por su comportamiento sino que me intereso más en el porqué de su situación... me planteo preguntas como ¿por qué son así?; ¿les pasó algo en específico?; ¿tienen a un buen adulto al cual imitar o aprender?

Tenemos tiempo para ser adultos pero no para ser adolescentes, a qué edad termina esta etapa no lo sé pero hay que vivir el presente y tratar de divertirnos ahora que podemos, hacer el ridículo, experimentar, explorar, aprender de las cosas buenas y malas que nos suceden.
Siempre nos quejamos del colegio, no queremos ir ni estudiar pero cuando seamos adultos al igual que ahora cuando decimos "extraño ser niño/a" diremos "quisiera ser adolescente una vez más, compartir con mis amigos en el colegio y reírnos de los profesores, en fin, pasarla bien".
Que los problemas nos hagan más sabios, que las risas nos hagan más felices para así no decir de adulto "ojalá hubiese disfrutado mi adolescencia".

sábado, 17 de mayo de 2014

Porque ella sonríe

Podés tener al lado tuyo a una persona que por dentro está destrozada, pero no te das cuentas, porque ella sonríe, podría haber llorado por horas la noche anterior pero jamás pasó por tu mente porque ella sonríe, todo lo está ocultando, podría ser una excelente actriz, aunque ya lo es ya que su vida es una obra de teatro y solo en las cuatro paredes de su habitación es ella misma porque al abrir la puerta de su casa y al salir a ver a los demás nadie se da cuenta de cómo está, porque ella sonríe.

Cada vez se le hace más difícil llegar a la noche sonriendo y durante el transcurso del día quiere echarse a llorar y preguntarle a la vida qué es lo que hizo mal... pero con solo imaginarse lo que podría llegar a pasar respira hondo y lo vuelve a intentar, levanta la mirada y sigue caminando, los recuerdos del pasado y los temores del futuro hacen que se pierda en sus pensamientos y cuando alguien le pregunta cómo se siente y dice que todo está bien le creen, porque ella sonríe...