miércoles, 21 de agosto de 2019

Promesas

¿Qué sería de mi vida si las promesas fueran reales? ya no hablo de simples: "contás conmigo" o "voy a estar siempre", porque, ¿quién cree en eso ya? me refiero a algo que va más allá de jurar una amistad eterna. Fueron promesas que parecían serias, no sé si fue inocencia o ingenuidad pero creí en cada una de ellas, hasta que se fueron sumando más y más a la lista de "quizás" y fue ahí que dejé de confiar. Pero, si no existiera la mentira, ni cambiaran de opinión, ni me ilusionaran a lo tonto, ¿qué sería? lo primero que se me viene a la mente es la cantidad de países que conocería, desde mi sueño de ir a Brasil hasta de visitar otro continente, tendría además un libro, una exitosa fundación y entrevistas en la televisión donde el morbo no estaría, tendría un espacio terapéutico para contar lo que siento, un montón de amigos y jamás estaría sola... pero como nada de eso fue cierto acá estoy, con cientos de mensajes emocionantes que nunca llegaron a nada.

Una vez me contactó una mujer desde Estados Unidos, su mensaje era diferente a los demás, me estaba ofreciendo la posibilidad de ir a su programa para contar mi historia de vida. Entré a su perfil y vi que compartía todos los lujos que tenía, quizás esta vez no me estaban mintiendo, tenía incluso una página verificada. Me reí sola al pensar que tal vez se refería a participar de forma online, pero de todas formas le respondí y me explicó que ella me pagaría el pasaje, la estadía y que incluso me llevaría a conocer el lugar. Que vivía cerca de Disney y que yendo en auto le quedaba cerca para llevarme a conocer ese lugar tan mágico para algunos. Sinceramente, jamás me llamó la atención, ni Disney, ni Estados Unidos. Pero por dentro me estaba emocionando, porque sería salir del país, y si bien detesto el inglés, iba a ser divertido que hablaran en otro idioma. Me empezó a explicar de qué trabajaba, diciéndome que le iba muy bien y que quería que me despejara un poco al menos por unos días, no es el país soñado en lo absoluto, pero, ¿qué perdía con seguirle la corriente? ¿la confianza en los demás, quizás?
Pasaron los días y me escribía en mi perfil de forma pública que dentro de poco me daría noticias y que estaría en su programa, eso me daba cierta seguridad de que quizás sí pensaba hacer semejante gasto y me ilusioné otra vez. Agradezco no haberlo hecho público yo también, moriría de la vergüenza en este momento. Obviamente cambió de opinión a los pocos días y tiró su programa a la basura porque no había tenido éxito, tirando también los pocos días de ilusión que me había hecho tener.

Pero esa desilusión solo me estaba preparando para las miles de promesas que jamás se iban a cumplir que venían... y más dolorosas que un viaje. No creo que valga la pena dar detalles, muchos al leerme van a pesar que era más probable recorrer todo el mundo gratis, pero esas promesas no me las dijeron por medio de un chat ni era algo muy imposible. Me lo dijeron en la cara, llorando. Puse la poca confianza que me quedaba en bandeja para que la terminaran de destruir.
Y me quedé esperando... ya no un libro, ni un viaje, ni cartas, ni dibujos, ni invitaciones, ni regalos... porque eso sabía que no se iba a cumplir, porque solo son palabras bonitas. Me quedé esperando lo que no entendía y juraban que alguna vez lo haría, y sería feliz para siempre.
Me siento engañada, estafada, como cuando creí que el pakistaní en verdad me iba a pagar tres mil dólares por publicidad cuando en realidad me quería robar la página, me siento estúpida, porque creo en todo cuando llego al grado máximo de la desesperación. Pero a veces me olvido, de que las promesas no son reales.

En otra ocasión una psicóloga se ofreció a darme terapia de forma gratuita, sí, así como leen, yo tampoco lo podía creer hasta que hablé por teléfono con ella, como una hora, parecía tan dulce, tan buena persona, tan segura de sus palabras que me sentía feliz porque realmente no le podía pagar la terapia pero parecía no interesarle el dinero sino que yo estuviera bien. Fue la primera y última vez que hablé por teléfono con ella. No hubo explicación, a la semana siguiente me quedé esperando el horario de la terapia online por horas hasta que me escribió diciéndome que no iba a poder charlar conmigo. Y después solo veía mis mensajes y nunca más me respondió.
Ayer le escribí, meses después, para decirle que no juegue con las ilusiones de los demás, yo ya estoy medio acostumbrada a que me fallen pero otras personas no. Ni bien envié ese mensaje lo vio. No se demoró ni un segundo. No esperaba su respuesta sino que me leyera así que procedí a bloquearla. Espero que ya no siga por la vida ofreciendo su falsa ayuda y después desapareciendo, porque hace mucho daño.

Muchos me dirán que era obvio lo del viaje, incluso lo de la terapia gratis, que es como creerse que ganamos un iPhone por ser el visitante un millón, pero hubo otras promesas más simples, más sencillas pero llenas de valor para mí, esas fueron una carta, un dibujo, para demostrarme de que en verdad me querían, pero solo confirmaron lo que ya sabía, estoy sola. Porque esas hojas jamás llegaron.

¿Cómo confiar de nuevo sin dudar? Una vez leí que la idea de enlazar los meñiques y jurar algo para después no cumplirlo significaba que esa persona debía de cortarse el dedo, no sé si sea cierto, pero si realmente se cortaran el meñique al no cumplir algo, el mundo entero estaría con cuatro dedos en una mano.
A veces digo que no me afecta nada y que una desilusión más es solo para la colección y que da igual, pero ahí hasta yo me estoy mintiendo, porque duele no poder confiar en la gente, dicen que es mejor sorprenderse que desilusionarse, pero, ¿cómo le explico esto a esa parte de mí que todavía sí quiere confiar?

sábado, 10 de agosto de 2019

No hables sobre el cuerpo de mis hijos

 Necesitamos niños seguros, no acomplejados. 

Muchas veces al saludar a un niño a quien no veíamos hace tiempo se nos pasa por la mente algo más que un simple "hola", agregando comentarios innecesarios y en su mayoría, hirientes.
Un niño vio a su padrino luego de no haberlo visto hace meses, él lo saludó de forma amistosa y el niño le devolvió el saludo y la sonrisa, sonrisa que desapareció cuando su padrino empezó a hablar.

-¡Qué grande estás! ¡Estás más gordo! hay que aflojarle a los postres, ¿eh? ¿mucha coca-cola? -dice entre risas y despidiéndose.

Lo que para aquel hombre fue un simple saludo amistoso para el niño fue una puñalada. La médica le había dicho, estaba subiendo de peso debido a los medicamentos para controlar el asma, pero de a poco iría mejorando, con deporte y comiendo de forma saludable, como lo estaba haciendo, solo era cuestión de tiempo y de animarlo a que hiciera actividades para mejorar su condición física y a su vez, que también sean divertidas para un niño de ocho años.

Tenía cierto rechazo por su cuerpo, cada persona que pasaba le saludaba y le recordaba que debía bajar de peso, como si él no tuviera un espejo en su casa ya. Los comentarios no venían con maldad pero eran "bromas" que dolían.

¿Por qué es que tenemos esa necesidad de opinar sobre el cuerpo de los demás al saludar? ¿no basta con un simple "hola"?
Que si la niña está "más gordita" o "muy delgadita", o demasiado alta/baja. Los niños prestan atención a cada comentario y aunque a veces pareciera que no tiene importancia, ellos se quedan con cada palabra y creen que algo está mal con ellos.
Aprendamos a saludar sin hablar del cuerpo de la otra persona, muchas veces es mejor callar, los niños no necesitan tener cuerpos atléticos o perfectos sino estar saludables tanto físicamente como emocionalmente, sin críticas que influyan en su autoestima.
Si tuviera alguna enfermedad como sobrepeso se necesita solo la ayuda de un médico que sepa cómo tratar este tema y usar las palabras adecuadas y no de personas que solo pasan por al lado y opinan.
Necesitamos niños fuertes, felices, no llenos de inseguridades y complejos. Cuidemos su salud física y su salud mental.

lunes, 5 de agosto de 2019

Carta de un adolescente a sus padres

Sé que a veces puedo parecer rebelde, que ni yo mismo me entiendo y créanme, es así. Muchas cosas están cambiando, no solo en mi mente sino también en mi cuerpo, quiero experimentar muchas cosas, vivir nuevas experiencias y hacer cosas que aunque sé que están mal, me causan adrenalina, por favor, hablen conmigo, a veces parece que no los escuchara, pero cada palabra queda guardada en mi mente, así sea una palabra de aliento o frases que me hacen sentir una molestia.

Entiendan que en verdad estoy cambiando, no me comparen con el niño que solía ser, si antes quería hablar todo el día y saludaba a todos y ahora no, sepan que necesito tiempo a solas para entender lo que está ocurriendo, a veces hasta yo me desconozco.
Es fácil que pueda caer en malas compañías por buscar la aprobación, pero no basta con prohibirme algo, una charla, sin gritos ni palabras hirientes, me hacen reflexionar mucho más. Cuéntenme cómo eran ustedes a esta edad, pero sin decirme lo que ustedes hicieron y yo no estoy haciendo, no me comparen.

Me siento confundido, a veces me siento triste y otras veces solo quiero pasar el tiempo con mis amigos, pero en ambos momentos, los necesito.
Nuevas emociones están surgiendo, estoy experimentando el amor, no me digan que lo que siento no es real, simplemente por ser joven, ni se rían de mí, eso va a hacer que pierda la confianza. No minimicen mis problemas, no me digan que hay cosas más importantes por las que preocuparse, eso me hace sentir una persona egoísta, dejen que exprese lo que siento, aunque para ustedes sea una tontería, a mí me duele.

Capaz suelo decir que ya no soy un niño como para que me den órdenes, pero tampoco soy un adulto y necesito que corrijan mi comportamiento. No, no soy un caso perdido, ni estoy siendo dramático, simplemente estoy pasando por una etapa en donde los necesito, sin reproches.
Sé que a veces soy hiriente y los lastimo con mis palabras, incluso puedo decirles que los odio, pero esto no es así.
Si se equivocan, tengan la valentía de afrontar sus errores y pedir perdón, así yo también aprendo a reconocer los míos.

Salgamos a pasear, tomemos un helado, háganme preguntas sobre cómo me siento, cómo me va en la escuela y con mis amigos, a veces necesito un consejo de un adulto, un consejo que un amigo no va a saber darme, simplemente porque tenemos la misma edad. Si ven que mis problemas van más allá de lo que solo debería de ser una etapa, por favor busquen la ayuda que necesito, aunque me cueste aceptarla, a veces es necesario para poder sobrellevar estos momentos.

Y sobretodo, no me dejen solo, cuando sea adulto, se los voy a agradecer infinitamente.

Consejos prevención de abuso en la infancia

Abuso en la infancia. Tengamos en cuenta los siguientes puntos:

1 - Cualquier adulto puede ser un abusador, no importa el género y edad, los menores también pueden abusar.
2 - Sepa que muchos abusadores son conocidos por los niños, incluso puede ser de la propia familia.
3 - Mire a su hijo (a), hable con ellos, observe el comportamiento, el cuerpo, la reacción ante los adultos que conviven con el niño.
4 - Observar si un adulto le gusta cuidar de los niños, siendo demasiado servicial, siendo muy atento y seductor.
5 - A los abusadores les gusta hacer "amistad" con el niño / adolescente. Y hablan de igual a igual, siempre tratan de agradar a su víctima con regalos, elogios y promesas.
6 - Siempre tiene varios objetos, juegos, golosinas para complacer a niños y adolescentes.
7 - Tienen cariños excesivos.
8 - Si deja a su hijo al cuidado de alguien, haga visitas fuera del horario común, llegue un poco antes, llegue sin avisar (muestre que está atento).
9 -Hoy en día existen varios recursos para monitorear, deje un celular o micro cámara instalados en algún lugar oculto y vea cómo fue la rutina del niño.
10 - Haga preguntas a su hijo, estimule a hablar todo con usted, hable que nadie puede tocar sus partes íntimas, instruya al niño con videos educativos.
11- Dígale que siempre puede contar con usted y que va a creerle si alguien lo lastima, sea quien sea.
12- Mire cómo juega el niño (a), qué dibuja, cómo se comporta con los demás y el lenguaje que usa.
13- Dígale que nunca guarde un secreto que lo lastima o lo hace sentir mal, explíquele sobre los secretos buenos y los secretos malos, un secreto bueno podría ser un regalo de cumpleaños.
14- Tanto las niñas como los niños pueden ser víctimas de este delito.
15- Dígale que siempre va a estar para protegerlo (a) y que nada malo le va a pasar por decir la verdad.
16- Los niños no suelen saber cómo explicar si están sufriendo abuso si no saben lo que ocurre, los abusadores saben cómo callarlos, prestemos atención a sus comportamientos, dibujos, juegos, o frases como "me molesta", "me hace cosquillas cuando no quiero".

Si esta información te llegó es porque los niños cuentan contigo, comparte estos consejos para prevenir el abuso.

domingo, 4 de agosto de 2019

Puede ser cualquiera

Puede llevar sotana, 
la quinta botella de cerveza, 
un lujoso traje, 
una bata, uniforme policial, 
o vestir con harapos, 
puede no tener nombre, 
como también tener el de padre,
de conocido, de amigo, 
tener mucho dinero,
o mendigar en las calles, 
ser presidente y admirado,
o anónimo e ignorado. 
Puede no haber terminado la primaria,
o quizás tener un título universitario, 
un buen trabajo.
Puede ser rico, pobre,
hombre, mujer,
mayor, menor de edad.
Y de todas formas,
hacer daño igual. 

Los abusadores no tienen un típico perfil, si fuera tan fácil reconocerlos no habría tantas personas sin contar su historia porque quizás es el mejor vecino, el pastor de la iglesia o el más querido de la familia, no siempre lucen como lobos. Hay que proteger a los niños de todos, no vivir angustiados y preocupados pero sí siempre alertas ante cualquier señal.

Cuando el enemigo está en casa: Mi historia

Mi nombre es Micaela Rodríguez, tengo veinte años y soy sobreviviente de abuso en la infancia por parte de mi papá biológico y en este escrito quiero recopilar las señales que di siendo niña y adolescente, tanto dibujos como comportamientos.
Padres, familiares, docentes, vecinos... presten atención a los comportamientos, juegos y dibujos de los niños.
Ellos cuando están pasando por una situación de abuso o maltrato hablan, pero a su manera. Recordemos que los agresores no tienen un típico perfil, es difícil reconocerlos, se muestran amables, cariñosos con los niños. No hay que estar paranoicos pero sí alertas siempre. Un abusador no siempre es el típico alcohólico o drogadicto, puede ser hasta el "mejor vecino" del que nadie sospecharía. Por eso es que muchos decidimos guardarnos todo por el miedo a que no nos crean.

Cuiden a sus niños, a sus alumnos, si ven un comportamiento extraño, hablen, no callen, pueden salvar una vida. Si ellos tienen la valentía de acercarse y contarte lo que les pasó, creeles, los niños no mienten y no pueden inventar algo de lo que desconocen como un acto de abuso. Transmití confianza, explicales sobre sus partes privadas, sobre los secretos buenos y malos, pero sobretodo, procurá que haya una buena comunicación, si ellos pasan por esto van a acudir a vos para contártelo, la confianza es lo más importante, que sepan que no va a haber un castigo por ser sinceros.


Me estremecía cada vez que tenía que sacarme una foto con él y tenía que fingir que no pasaba nada, aunque mi cuerpo hablaba.

Uno de mis dibujos que representa esas dos personalidades, amable con la gente y a solas irreconocible.

Doce años de abusos. Así me sentía después de tanto tiempo de silencio y con miedo a contar lo que estaba sucediendo.

Podía tener los mejores regalos, el mejor cumpleaños, pero no era feliz y nadie parecía notarlo. Todos me protegían de los desconocidos pero nadie podría imaginar que quien me veía crecer y debería de haberme cuidado era quien me hacía daño. 

Escribía lo que me pasaba y lo tachaba, nadie podía saber a qué le tenía miedo.
Otro de mis dibujos de la niñez. La tormenta me perseguía a todos lados, al igual que esas garras.

Tuve varios comportamientos que muchos dijeron que eran normales o partes de la adolescencia, como autolesiones, intentos de suicidio, problemas alimenticios, aislamiento en la escuela, escribía lo que me sucedía pero automáticamente lo borraba, lo tachaba o lo rompía, tenía miedo de lo que podía llegar a suceder si lo contaba y no me creían, tenía un gran sentimiento de culpa y la vergüenza me carcomía por dentro, podía expresarme de niña mediante los dibujos y de adolescente con poemas o escritos pero no podía aceptar lo que estaba sucediendo y así fueron pasando los años, exactamente doce. Desde los cuatro hasta los dieciséis. Muchos podrán juzgarme por no haber hablado antes, pero, ¡lo hice! y decidieron mirar para otro lado en mi escuela y mi psicóloga solía decirme que eran berrinches de adolescente por lo que decidí no contarlo más, hasta que le di otra oportunidad a una profesora, quien hizo la denuncia. Ese día pude contarle a mi mamá lo que había estado ocurriendo, aun con ese sentimiento de culpa me preguntaba, ¿cómo la veo a la cara todos los días ahora que ella lo sabe? ya que todavía no le devolvía la culpa y la vergüenza a quien le pertenecía, a quien me había hecho daño. ¿Por qué voy a esconderme? si no fui yo quien lo provocó, no fui yo quien hizo daño, ni mi cuerpo ni mi alma estaba manchada, porque solo era una niña.



La desinformación hizo que callara durante años, al principio no saber que estaba mal, ya que nadie me decía que un familiar o conocido podría hacerme daño. Me cuidaron, sí, pero no de todas las personas. Porque esto sigue siendo visto como un tabú, un tema del que no se habla, un "secreto familiar", pero ocurre también en las mejores familias. Por mucho tiempo me pregunté qué iban a decir de mí los demás, después dije: "no me importa lo que piensen" y ahora digo, van a pensar que sobreviví y que estoy acá para contarlo y así alertar a todos, porque todos conocemos a un niño y está en nuestras manos el salvar la infancia y entender ese lenguaje del silencio.
Muchos no quieren hablar de esto con sus niños porque piensan que los van a llenar de miedos o van a romper su ilusión del mundo perfecto, pero con la desinformación no los protegemos de las personas malas sino que dejamos a la deriva su inocencia. Como adultos debemos cuidar su integridad física y emocional y hablar de este crimen del que muchos prefieren evitar, pero el silencio no hace que los niños dejen de sufrirlo sino que ayuda a los abusadores a ocultar sus delitos. No esperes hasta mañana para hablar con ellos, porque pueden que lo aprendan de otra manera que no todos son buenos y no va a ser de la mejor manera. 

Prevenir, actuar ante la sospecha, creer, denunciar... comprometerse con la infancia.  Esa es la clave para empezar a construir esa infancia sin dolor. 

Carta de una chica abusada

No me pregunten más por qué no hablé antes, pregúntenle a quien abusó de mí por qué lo hizo, no me digan "ya es pasado, no lo recuerdes más" porque no solo se quebrantó mi organismo, algo más murió desde la primera vez que me tocó. No me digan que tengo pesadillas porque pienso mucho en eso, aunque ya no esté en mi vida sigo sintiendo sus manos, su respiración, sus palabras... No me digan que busque venganza, que contrate a un sicario o alguna locura similar, hay que superar esto, no agregarle otro trauma como el haber matado a alguien. No me preguntes detalles que me hagan sentir mal, no hace falta saber determinadas cosas, si algún día te las quiero contar y me siento en confianza, lo haré, pero si no, no. No me digan que si aguanté tanto tiempo fue porque me gustaba, si no conocen el miedo, la vergüenza, no pueden juzgarme.



Haceme sentir querida, protegida... a veces no necesito consejos sino simplemente un abrazo y un "estoy con vos". No esperes que el odio se vaya de un día para el otro, no esperes que viva como si nada hubiese pasado. Puedo tener relaciones inestables, no sentirme parte de ningún grupo, puedo encerrarme en un mundo en donde nadie me lastima, puedo dormir todo el día intentando olvidar o hacer lo contrario y no aparecer por días, quiero escapar de la realidad, como sea, no me juzgues por eso. 
Perdón por arruinar una salida, una cena o una fecha importante con mis llantos repentinos, de verdad, no me gusta ser así. Perdón si cuando me querés abrazar reacciono mal, es el primer impacto y a veces olvido que ya no estoy en riesgo. Si sos mi pareja y no quiero tener intimidad, sabé esperarme, tengo que aprender desde cero lo que es el sexo, debe ser algo hermoso para ambos y no una tortura para mí. 

Ayudame a recuperar la sonrisa, teneme paciencia, porque lo que para vos fueron unos minutos, para mí fue una vida entera

sábado, 3 de agosto de 2019

Ella no lo sabía

Eugenia acababa de cumplir sus seis años. Hicieron una gran fiesta a la que asistieron todos sus compañeros de escuela y su familia tanto materna como paterna. Ella estaba feliz con las animaciones y juegos que había, ansiosa por llegar a su casa y abrir los regalos, luego de esa celebración sus familiares irían a su casa para pasar un tiempo juntos ya que en el salón, Eugenia apenas los volteaba a ver así que sus papás habían decidido hacer una cena para festejar su día y también que pronto dejaría otra etapa y comenzaría la primaria.
Dicho y hecho, la fiesta terminó y todos se dirigieron hacia la casa de la pequeña para compartir un momento en familia.
La mamá de Eugenia miró rápidamente a su esposo al ver que su abuelo paterno, con quien no tenía una buena relación había asistido también a la cena.

-Sabes que algo no me gusta de él... te lo había dicho -le dice a su esposo apartándose de la multitud para no incomodar a los demás.
-Es mi papá, cariño, no puedo decirle que no venga, además, a Eugenia le gusta que venga a pasar tiempo con ella, ¡mira la muñeca que le trajo! -le dice mientras sonríe al ver cómo su hija se emociona al abrir el regalo. -ya olvídalo, pasemos un buen momento, por nuestra hija, ¿sí?

Hace un gesto de negación al ver a su niña sentada en el regazo de su abuelo mientras él le pide un beso y un abrazo por el regalo que le hizo, pero luego asiente con la cabeza resignada.
Una vez terminada la cena Eugenia jugaba con una de sus primas más pequeñas en su habitación, Paula tenía apenas tres años pero su vocabulario y forma de comportarse no reflejaba la edad que tenía, por lo que se llevaban muy bien a pesar de que siendo niños la diferencia de edad es más notoria que en los adultos.
El abuelo de ambas ya aburrido de las charlas familiares y anécdotas sin sentido dice que iría a ver a qué jugaban sus nietas favoritas, la mamá de Eugenia lanzó una rápida mirada hacia su esposo quien con gestos le da a entender que deje de exagerar.

-Paula, ¿a qué podemos jugar? estoy aburrida. -le dice Eugenia ya harta de jugar a la casita.
-Mm... ¡juguemos a los novios! -responde entusiasmada luego de pensarlo un rato.
-¿Y eso? -pregunta desconcertada su prima mayor.
-¡Sí, Euge! el abuelo me enseñó un poco, no mucho porque no hubo tiempo, ¿te olvidaste de que le conté a tus papás cómo jugué con el abuelo? ellos se enojaron con él.
-Sí, me acuerdo... pero nunca jugué a eso, el abuelo nunca jugó así conmigo. No me quiere. -contesta cabizbaja sintiéndose la nieta menos favorita.
-No, tonta, no es que no te quiera pero el juego es para niñas que sepan guardar secretos, el abuelo se enojó conmigo porque lo dije y dijo que mentía, ¡no sé por qué! -exclama desilusionada -¡yo no mentí! solo era un juego, ¿por qué lo negó?

Mientras Eugenia pensaba una respuesta ante las preguntas de su prima entra su abuelo a la habitación y ella aprovecha que cerró la puerta para decirle en voz baja que también quería aprender a jugar.

-Claro que sí, mi amor, justo por eso me fui de esa cena aburrida, ustedes saben que prefiero jugar antes que estar entre esas conversaciones de "gente adulta" -dice mientras Eugenia suelta una carcajada -ustedes también se aburren ahí, ¿cierto? ¡vamos a jugar! Paula ya conoce el juego pero ella fue mala al contarlo.
-¿Por qué no podía, abuelo? -pregunta Eugenia.
-Porque sus papás piensan que son niñas pequeñas, ya vas a entrar a primaria y piensan que todavía sos una bebé y no una niña grande.
-¡Yo no soy una bebé! -responden ambas primas en una misma voz.
-Entonces tenemos que jugar a juegos de grandes, pero sin que ellos sepan. ¿Secreto entre abuelo y nietas?

Ambas asienten entusiasmadas aceptando mantener ese secreto por siempre. El abuelo empieza con su parte, ya que él sería el novio. Eugenia ríe entre nervios al ver que su abuelo se había quitado la camisa, ¿cómo es que no le daba vergüenza?

-¡Se le cayó el pantalón al abuelo! ¡el abuelo no tiene el pantalón! -dice Eugenia riendo.

Recordó una situación en donde a un compañero de su escuela se le había caído el pantalón ya que le quedaba muy grande y todos los niños se habían reído.
Paula se tapa los ojos con sus manos y dice que ya no quiere jugar, pero para él, ya no había vuelta atrás.

Pasa todo lo que había planeado y ambas niñas quedan en un rincón perplejas, sin decir una sola palabra, hasta que Paula rompe con el silencio y entre lágrimas dice:

-¡Este no era el juego! ¡No!

Su familia entre risas, voces que se unían para contar diferentes chistes al mismo tiempo y la música no escuchaban absolutamente nada pero aquellas palabras de la niña llegaron a resonar en cada lugar de la casa por lo que fueron de inmediato a su habitación, temiendo que se haya caído o lastimado.
Cuando la mamá de Eugenia entra a la habitación ve a ese mismo abuelo cariñoso y encantador acomodándose la camisa y a su pequeña sin expresión alguna.

En ese mismo instante se dieron cuenta de lo que había pasado, la mamá quería gritarle en la cara a su esposo que sabía que eso podía suceder y no hicieron nada pero más que rabia la invadió la preocupación, la pequeña Paula no había mentido. Nadie le creyó cuando le contó que su abuelo había jugado a ser su novio. Ella había dicho que solo habían jugado unos instantes con unos peluches pero que no hizo nada más por lo que nadie le tomó importancia. La mamá de Eugenia habló con su esposo para decirle que hablaran con la pequeña, ya que nunca habían tocado el tema de cuidar su cuerpo, pero él insistía en que no era necesario, era muy niña como para entender que había gente mala, además, estando en familia, ¿qué podía pasar? si tan solo había sido un malentendido...

Toda la familia pudo haber hecho algo pero solo dejaron a la deriva la inocencia de todos los niños que había en la familia. Eugenia y Paula eran muy pequeñas, sí, no entendían lo que había ocurrido pero el desconocimiento no las mantuvo a salvo sino que facilitó que cometieran en sus cuerpos y almas el mayor de los crímenes. Los papás no sabían cómo actuar y cómo enseñarle que nadie debe de tocar su cuerpo sin generarle un miedo, y ella, ante el peligro no supo entenderlo, ni contarlo, ni explicar qué había ocurrido, ella no lo sabía...

La desinformación no mantiene a salvo el mundo de fantasía de los niños sino que los deja vulnerables ante un mundo que ellos desconocen, no se trata de asustarlos sino de prevenirlos, si los adultos que vemos por su integridad física y emocional no les enseñamos que no todos son buenos, otra persona lo va a hacer, y no de la mejor manera. 

¡También existo!

7 de julio, Pilar, Buenos Aires. 

Me encontraba en un evento en donde habían muchos niños, yo estaba disfrazada de payasita y jugando con ellos, en un momento vi que había una niña en silla de ruedas mirando las burbujas con las que estaba jugando con los demás niños, quienes corrían, saltaban y las explotaban en el momento, me acerqué y le pregunté su nombre, su respuesta no llegó nunca, solo me miraba, quien la acompañaba me dijo: "se llama Milagros", tendría aproximadamente diez u once años, no podía mover bien los brazos y tampoco hablar, pero sus ojitos me decían todo, ella también quería jugar.

-¡Más burbujas! ¡más burbujas! -gritaban los demás niños mientras pensaba cómo podía hacer para que también pudiera disfrutar de la fiesta.

Empecé a tirar burbujas lo más alto posible y con el mismo burbujero las atrapaba de nuevo y se lo mostraba, ella ponía la mano y explotaba las burbujas y por primera vez vi su hermosa sonrisa.

Una vez aprendí la diferencia entre integración e inclusión, ella estaba ahí, como todos, comiendo y disfrutando de las decoraciones del lugar, podríamos decir que estaba integrada, pero no incluida, claro que estos términos se dan más en las escuelas o ambientes educativos, pero en este caso, hicimos que ella también pudiera jugar, tratando de eliminar las barreras que le impedían divertirse. 

Otra niña se desplazaba con muletas y también se le dificultaba el atrapar las burbujas, jugar a las carrera o subirse a los juegos. Si bien podía moverse con mucha más facilidad que Milagros, en algunas actividades quedaba excluida. Cuando llegó el momento de jugar con los globos ella quería participar, había que inflarlos primero, yo lo intenté pero nunca puedo atarlos, ella se reía de las vueltas que daba para atar un simple globo y me ofreció su ayuda, por mi mente pasaron muchas preguntas y temores, podría haberse caído al hacer malabares con las muletas para inflar y atar los centeneras de globos pero, ¿quién soy yo para decirle que no puede? quería demostrarle a pesar de mis temores que sí podía, que era capaz, enseñarle que las inseguridades no deberían de ganarle. En pocos segundos había inflado y atado el primer globo con el que yo estuve como diez minutos, todos los niños fueron rápido hacia ella para pedirle ayuda, la pequeña niña estaba feliz, se sentía capaz, útil, parte del grupo, los demás niños veían más allá de sus muletas, no veían a una niña con dificultad para caminar, veían a una niña fuerte, veloz, como cada uno de los que estaban ahí presentes, una más.


Estas situaciones aparecen en muchos lugares, lo más fácil es dejar al niño/a de lado, pero en vez de simplemente decir lo que no puede hacer, tratemos de ver lo que sí puede, porque con discapacidad o no, son niños y tienen los mismos derechos porque, ¡también existen! 

viernes, 2 de agosto de 2019

Valeria cambió. (Cuento)

Valeria había cambiado. Ya no era la misma niña alegre, quizás tenía problemas en la escuela, o se peleó con alguna amiga, o le gusta algún chico y no sabe qué hacer, ya tiene doce años y la adolescencia es jodida...

No quiere comer, espero que no esté obsesionada con esas dietas absurdas que aparecen por Internet. Dice que se odia, que odia su cuerpo, a su edad es normal... se pasa horas llorando en su habitación, ay, ¡si habré sufrido por idioteces a su edad! piensan que el mundo se termina por cualquier cosa.
Hoy es domingo y para ella siempre fue el mejor día de la semana, participa en el coro de la iglesia. Ella va a una escuela religiosa y como cantar es una de sus actividades favoritas quedó en el coro para las misas. La semana pasada tuvo que confesarse con el cura de la iglesia, cada cierto tiempo va a la escuela y se queda con los niños un rato, me pregunto qué tanto tendrán que confesar.
No se quiere levantar de la cama, dice que odia cantar, ¡sí que son cambiantes los adolescentes! si hasta ayer soñaba con ser una gran cantante, por suerte yo no le hago caso. Pero se comprometió para participar del coro y tiene que cumplir, no voy a estar soportando sus tonterías. Tiene que aprender desde ahora lo que son las responsabilidades, si no, ¡qué le espera para cuando sea adulta!

Fue a misa obligada, en esta casa no se aceptan los berrinches, bien lo sabe.
La misa fue como siempre, el padre Carlos siempre trae enseñanzas que nos ayudan mucho, él es muy sabio, quizás me pueda ayudar con la conducta de Valeria.
Una vez que terminó la misa me acerqué a él para preguntarle qué puedo hacer, él solo sonrió y dijo que tuviera paciencia, que parece que se peleó con alguna amiga, si ya digo, ¡es lo único que puede confesar una niña de doce años!

Llegamos a casa y Valeria se quebró en llanto y fue a su habitación corriendo, ya enojada le exigí que me dijera lo que le pasaba, entre llantos y escondiéndose entre las sábanas de su cama Valeria me confiesa ahora a mí, lo que le estaba sucediendo: "el padre Carlos siempre me toca mis partes privadas y me lastima cuando me confiesa pero no te lo podía decir, ¡ahora Dios me va a castigar!"

No se trata de odiar a los sacerdotes, ni la iglesia sino de darnos cuenta de que los abusadores a veces se esconden bajo la sotana, bajo el nombre de "familiar", "amigo de la familia", no siempre son desconocidos que ofrecen dulces en la calle. Prestemos atención al comportamiento de los niños, no siempre es una etapa o es la adolescencia. No les gritemos cuando no entendemos qué les sucede, a veces son ellos quienes desean gritar lo que está pasando. La confianza es esencial para tener una buena comunicación.