lunes, 11 de mayo de 2020

En una clase virtual en lengua de señas mi alumna me confesó su secreto

Sabrina es una niña sorda de nueve años, cuando tenía cinco años, antes de entrar a la primaria, le pusieron el implante coclear en uno de sus oídos para que pueda ir a una escuela convencional con niños oyentes, acompañada con terapias y diferentes profesionales para tener una estimulación temprana, pudo de a poco acostumbrarse a escuchar. Pero lejos de agradarle los sonidos, los detestaba. A diario manifestaba su molestia y el dolor de cabeza que le proporcionaba pero no había otra opción para ella, en la escuela estaba obligada a hablar. Aprendió a leer los labios, pero a pesar de las terapias, su lenguaje no avanzaba, apenas podía repetir algunas palabras, todo lo que quería decir lo hacía con sus manos, con señas que inventaba. Luego de unos años decidieron que lo mejor era que fuera a una escuela especial en donde la forma de comunicación sea la LSA (Lengua de Señas Argentina). 
Así llegó Sabrina a nuestra escuela. Como docente fue un desafío debido a que se comunicaba con gestos pero no era en sí lengua de señas, por lo que era sumamente complicado que la pudiera entender o que ella me entendiera a mí o a sus compañeros. Estuvimos trabajando mucho y poco a poco veíamos avances en ella, pero el problema estaba en su entorno familiar, ellos debían de aprender la LSA también para poder comunicarse con ella y que no quedara aislada. Ninguno de sus familiares se interesó en asistir a las clases. Sus padres ya no entendían lo que la pequeña quería decirles así que solo se dedicaban a levantar el pulgar en señal de aprobación. Insistíamos en la importancia de que al menos sus progenitores aprendieran lo básico pero siempre había una excusa. El único lugar en donde no era ignorada y era tomada en serio era en la escuela. 

Cuando la cuarentena llegó a nuestras vidas se implementó como en las demás escuelas el uso de las clases virtuales, les mandaba actividades a mi reducido grupo de alumnos y una vez por semana nos conectábamos por Zoom para seguir comunicándonos en LSA y reforzar su vocabulario. 
Los padres de Sabrina están separados y ella pasaba la cuarentena con su mamá, su hermano menor y su padrastro, quien se había mudado a su casa hacía poco tiempo. En las clases no participaba demasiado, y cuando la llamaba por su seña personal no contestaba, al principio creí que quizás no le andaba del todo bien el Internet pero luego me di cuenta de que en realidad no estaba prestando atención, miraba hacia abajo y rara vez levantaba la mirada para ver qué estaba pasando en la clase. 


Me preocupó la poca importancia que le estaba dando al estudio, era raro en ella, si algo la caracterizaba es su dedicación a los estudios. Al no haber aprendido la LSA en sus primeros años estaba un poco más atrasada que sus compañeros, por lo que siempre estudiaba mucho y no se perdía una sola clase, el cambio que estaba teniendo en su comportamiento mostraba que algo no estaba bien. 
Nos comunicamos con su mamá, quien era la que convivía con la niña, para manifestarle nuestra preocupación, pero ella solo repetía que hablar con la niña era muy difícil, que no le entendía esas "señas raras" y que no sabía cómo preguntarle qué le estaba ocurriendo. 
Decidí que lo mejor sería hacer una videollamada solo con Sabrina para poder hablar con ella, al proponerle esto a la mamá ella accedió diciendo al final: "a ver si ustedes le entienden, porque yo no".

Ambas nos estábamos viendo y aunque nos separaba una pantalla podía ver su tristeza, no era la misma niña alegre que veía en la escuela. Le pregunté cómo estaba y como si fuera alguno de sus progenitores respondió levantando el pulgar diciendo que todo estaba bien. Le dije que me mirara, que era importante lo que iba a decirle, que estaba preocupada porque su actitud había cambiado mucho y la veía triste, le aseguré que la ayudaría en lo que necesitara. 

Después de solo mirar la pantalla por un buen tiempo expresó con sus manos: "en mi familia nadie me entiende". 

Mamá no me entiende. Me dice que todo está bien siempre. Como si yo estuviera loca. Estoy sola. Ella no quiere aprender lengua de señas. Le dije que no me siento bien. Pero ella dijo que todo está bien haciendo así -dijo mientras levantó el pulgar y asintió con la cabeza- Vivo ahora con F-E-R-N-A-N-D-O -expresó mientras señaba cada una de las letras de su nombre- es mi padrastro. Es malo. Le dije a mamá que no me gusta, me molesta, me toca el cuerpo, pero no me entendió. 

Se me hizo un nudo en la garganta al ver cómo sus pequeñas manos relataban lo que no entendía ni ella ni su madre, el abuso que estaba sufriendo. El padrastro aprovechaba el poco interés que tenía la familia en entenderla para sumergirla más en el silencio. 

Los niños con discapacidad, sea auditiva, visual, intelectual, también son abusados y si están creciendo en un entorno en donde su palabra no es tomada en serio o no les prestan la debida atención, es sumamente difícil que puedan expresar lo que les sucede, debido a que no saben cómo hacerlo. Los abusadores se aprovechan de las situaciones vulnerables de los niños para mantenerlos callados. 
Sabrina pudo contarme su secreto, con sus manos, en lengua de señas, y pude entenderla, pero... ¿cuántos niños siguen buscando la manera de contar lo que está ocurriendo? 

El caso de Sabrina se encuentra en las manos de la justicia y ella con asistencia psicológica, al igual que sus progenitores. 

sábado, 9 de mayo de 2020

"PROFE, NO LO ESCUCHO, DELE A CTRL+F4": Cruel broma a un profesor en las clases virtuales

El video de apenas unos segundos se viralizó rápidamente. Estaban en una clase virtual y uno de los estudiantes aseguró que no lo escuchaba bien -lo cual no era cierto- y le pidió que por favor apretara ciertas teclas para solucionar el problema y activar el micrófono. 
El profesor, Humberto de la Cruz, en Colombia, tuvo que soportar una cruel "broma" por parte de sus alumnos, quienes se aprovecharon de su falta de conocimiento con la tecnología. 
El profesor al escuchar al alumno hace lo que él le dice para arreglar la situación y desaparece de la videollamada, seguido a eso solo quedan los demás estudiantes quienes no dejan de reírse hasta el último segundo del video. 

La situación se compartió por el hijo del profesor, quien asegura que su padre se está esforzando mucho. 
"Mi padre es profesor universitario hace muchos años, no ha sido nada fácil para él adaptarse a esta situación extraordinaria, nunca asiste a una clase sin prepararla con rigor y en esta contingencia por COVID-19 se ha exigido mucho más en su preparación, ha trasnochado los últimos días trabajando con dedicación y disciplina para conocer mejor las herramientas digitales; con mucha paciencia mi hermana y yo le hemos ayudado".

La nueva modalidad de estudio en estos tiempos es todo un desafío no solo para los alumnos que no cuentan con las herramientas necesarias para continuar con sus estudios desde la distancia, sino también para los docentes, que deben de llevar a un medio digital lo que eran sus clases presenciales. Muchos sabrán ya, que al presionar estas teclas, se cierra automáticamente la ventana, pero el profesor, al desconocerlo, simplemente le hizo caso, intentando así, ayudar a que su alumno lo escuchara bien. 

Los enojos por parte de los usuarios en diferentes redes sociales estallaron, y la historia se está compartiendo en el perfil de cada persona indignada por la situación, que está lejos de ser una "broma infantil". 

''Luego del incidente y al explicarle lo que había sucedido realmente, papá se sentó y nos dijo con un profundo dolor y tristeza 'la educación es el servicio más extraño, la gente la paga y no la quiere recibir'''. 

viernes, 8 de mayo de 2020

En una tarea enviada por WhatsApp pude ver la realidad de mi pequeña "alumna agresiva"

 
 

Hace un año terminé el Profesorado en Educación Inicial y esta era mi primera vez trabajando en un jardín de infantes. Ya había hecho mis prácticas en esa escuela por la que le tenía cierto cariño y no fue difícil el adaptarme, ya conocía las instalaciones, a las demás docentes, a la directora. Me asignaron un grupo de quince niños de "salita de cinco" o preescolar junto con la "seño Carolina". Ambas trabajaríamos para prepararlos lo máximo posible para que el próximo año entren a la primaria teniendo ya ciertos conocimientos, de esta manera, no les sería difícil el acostumbrarse a una nueva forma de estudio o con más contenidos. 
El primer día fue tan hermoso como lo imaginé desde que decidí dedicarme a la docencia, los niños, al igual que en las prácticas, estaban entusiasmados, nerviosos, con muchas ganas de jugar, correr, saltar y ver todos los materiales de estudio y juego que había a su alrededor. Les dimos unos minutos para que pudieran observar el ambiente, elegir dónde sentarse, dejar sus mochilas... y luego nos presentamos. La seño Carolina era mucho mayor que yo, por lo que sentí un cierto alivio ya que tendría a quién recurrir en caso de que haya algún problema que no pudiera resolver por mi falta de experiencia. De las dos, ella era la figura que mostraba autoridad en aquellas cuatro paredes, luego en los recreos se reía al decirme: "no sabés cómo me cuesta mantenerme seria, cada cosa dicen, te juro, Lucía, yo me río por dentro, ¿parezco muy mala, no? es que a veces tengo que hacerme la enojada porque si no, no te prestan atención". 

Cuando los niños tenían un tiempo para descansar o una actividad de dibujo libre ellos solían hacerme dibujos a mí, con sus letras inmensas y algunas al revés intentaban lo más que podían escribir "seño Lucía". Mi casa se estaba convirtiendo en una colección de dibujos de flores, corazones, autos, árboles... 
En el aula cada niño tenía una personalidad y un comportamiento diferente, era un grupo muy diverso. Si bien a mí en lo personal no me gusta etiquetar a los niños y recordarlos por cómo se comportan, mi compañera, quien los conocía desde que tenían tres años, solía presentármelos no solo por el nombre. Estaba el inquieto, el muy tranquilo, el que habla mucho, el que no dice una sola palabra, el que obedece y el que hace lo que quiere, el que pelea, el que busca ser amigo de todos... 

Los varones solían jugar entre ellos y rara vez se acercaban a hablarme o a darme un dibujo, en cambio, las niñas me veían como una compañera más, o como una figura materna, en varias ocasiones me decían "mamá" sin darse cuenta. Siempre estaban a mi lado pidiéndome que las peine, que las ayude con determinado dibujo, a escribir una letra... algo que jamás hacían con la seño Carolina. En el Profesorado, sobretodo en las prácticas, nos habían repetido hasta el cansancio que no éramos niñeras ni madres de nuestros alumnos, que nos estábamos preparando para educar a los niños, pero ya en el aula se me hacía muy difícil dejar el lado emocional de lado. Tatiana era una niña que me inspiraba mucha ternura, me convidaba de su comida, me hacía cientos de dibujos al día, me abrazaba... La seño Carolina solía decirme a menudo que no la consintiera tanto ya que después cuando tenía confianza hacía lo que quería, ella era una niña que "necesitaba límites constantemente". Sí solía pelearse con alguna de sus compañeras algunas veces, pero nada que fuera muy preocupante. 
Cabe resaltar que los niños iban a jornada completa, por lo que pasaban muchas horas en la escuela, en uno de los recreos mientras cuidábamos que los niños no se lastimaran o no corrieran, Carolina se acercó a ofrecerme un mate, lo acepté y ella suspiró al ver que los niños estaban jugando de forma tranquila, diciendo: "ojalá siempre fueran así". Empezó a relatarme algunas cosas de cada niño que yo desconocía, incluso que en varias ocasiones habían citado a los padres de Tatiana por su mal comportamiento y por ser "agresiva". Me sorprendió ya que nunca había visto una actitud así pero ella la conocía más así que solo decidí escucharla. 
Parecía que sus padres discutían muy a menudo en frente de ella y la pequeña, obviamente, repetía lo que veía y escuchaba. 

Lo único que me dejaba pensando al final del día sobre Tatiana era la tristeza con la que volvía a casa, mientras todos los demás niños corrían hacia la salida, ella quería quedarse y una situación en particular donde le pregunté por qué no quería jugar también con los varones, su respuesta fue: "porque son malos, los varones son malos y te pegan", no había visto que la agredieran y la seño Carolina al escuchar eso respondió riendo: "si vos sos la que buscás pelear".

Pensé todavía más en esta niña cuando la cuarentena llegó a nuestras vidas. 

Los dibujos no se siguieron acumulando, no tenía a ninguna niña para peinar ni tenía que corregir las letras que estaban mal escritas o los números al revés... extrañaba mi escuela, mi trabajo, a mis niños. 
Se decidió que se armaría un grupo en WhatsApp con las madres y padres de los niños para enviarles alguna actividad. Comencé a preparar algunas consignas similares a las que se hacían en las clases presenciales, incluyendo los dibujos libres. Una actividad que me pareció importante para que puedan expresar sus sentimientos fue dibujar cómo estaban pasando estos días en casa. 
Todo lo que estaba en esas hojas era lo que estaban viviendo, algunos dibujaban galletas y escribían: "hoy cociné", otros dibujaban simplemente casas, algunos incluso "el virus" en forma de monstruo, cada niño estaba viviendo la cuarentena de forma diferente y saber cómo estaban, aunque sea a través de una foto me hacía sentir más cerca de ellos, muchos estaban enojados con "el virus malo" y lo manifestaban muy bien en la hoja. Casi todos los padres habían mandado la actividad del día. Mi preocupación era Tatiana, ninguno de sus progenitores se había puesto en contacto conmigo hasta ese día que la madre decidió mandar el dibujo que había hecho la niña.

Mamá de Tatiana: Hola seño Lucía, disculpe que no le haya mandado las actividades anteriores, me andaba mal el celular y con mis demás hijos me era imposible, no me daban los tiempos, le envío una foto del dibujo de Tatiana, disculpe la calidad, no saca buenas fotos, espero la próxima consigna, que esté bien. Saludos.

Por fin tenía noticias de Tatiana, me alegró saber que al menos había hecho una de las tareas que había mandado. La tranquilidad de saber que estaba bien me duró poco. Descargué la foto y vi que había dibujado a su familia, algo muy común en niños y sobretodo, porque estaban todo el día con sus familiares, pero no había que ser especialista en nada para saber que algo no estaba bien. 

Con un trazo fuerte había dibujado una figura masculina y una femenina, ambas con garras en vez de dedos, la mujer, que pude distinguir porque solía dibujarla con un vestido estaba con la cara triste y tenía lágrimas, el hombre, con rostro enojado, parecía estar gritando. La representación de ella era la de una niña pequeña en un rincón de la hoja, apenas visible, a pesar de la mala calidad pude ver que intentó escribir: "yo", "mamá", "papá" arriba de cada figura. Claramente estaba pasando la cuarentena en un hogar en donde la violencia era el pan de cada día. 

Como de costumbre, debía de mandarles un sticker por WhatsApp o un audio para decir que el dibujo estaba muy lindo, pero no podía presionar el botón para mandar el mensaje de voz para decir que estaba hermoso... era espantoso, y no su dibujo sino la situación. 

Le escribí a mi compañera Carolina. 

Carolina: Mirá Lucía, te recomiendo que solo corrijas como a los demás chicos, las veces que quisimos intervenir no pudimos hacer nada, los padres se llevan pésimo y por lo visto ni piensan en el divorcio, no les importa el bienestar de sus hijos. Un desastre esa familia, pero bueno, es lo que le tocó. 
Yo: No puedo simplemente felicitarla por su actividad, tratá de entenderme, por favor, algo tenemos que hacer, la conocés hace más años que yo, no sé qué está pasando en su casa pero dudo que sea un buen ambiente para ella.
Carolina: Te comento un poco para que veas que es complejo esto, lleva años esta situación, Tatiana varias veces llegó con golpes y dijo que solo quería defender a su mamá y que por eso la habían castigado, el padre es un alcohólico que desaparece por meses pero cuando vuelve, está peor que nunca, por lo que veo en la foto la cuarentena la pasa con él también, quisimos hacer algo al respecto pero al momento de preguntarle con la directora o una asistente social ella solo decía que se cayó jugando, es complicado, no hay pruebas de nada, lo mejor es dejar esto de lado y esperemos se solucione pronto. No podemos estar en todas. Tenés que entender eso, pero te falta experiencia, ja.

¿Se solucione pronto? ¿así nada más? Ella necesitaba ayuda, ¿acaso tener experiencia iba a hacer que la niñez me sea indiferente? Los informes de su conducta "agresiva" no eran tomados en cuenta, sus dibujos mucho menos, y ella parecía tener terror de contar lo que sucedía en su hogar. ¿Y cómo hacerlo si siempre le recordaban que era problemática y agresiva? En un momento de desesperación contaba lo sucedido pero luego, se retractaba. 

Le respondí a su mamá diciéndole que debía hablar con la niña por llamada o videollamada, que era algo que hacía con todos los alumnos. Una completa mentira. Ella repitió que su celular andaba mal pero fue tanta mi insistencia que aceptó. 

-¡Seño! ¿me ves bien? -su vocesita me trajo a la mente los pocos días de clases que habíamos compartido, su dibujo, lo que me habían dicho sobre ella, todo en unos segundos.

Era su compañera, su amiga, su confidente, me había confesado que sí le había pegado a su compañero Matías porque le había estirado del pelo y ella no iba a dejar que nadie le pegara, porque era fuerte, más que su mamá. 
Me estaba olvidando de todo lo que había estudiado por años y fui su mejor amiga los siete minutos de videollamada, en voz baja me contó lo que sucedía. Golpes, insultos, violencia... 

-Mirá seño, mi papá me pegó aca -me dijo mostrándome su brazo acercándolo a la cámara- no hables fuerte porque se va a despertar, no saben que sigo con el celu -dijo entre risitas nerviosas- tampoco le digas a nadie, la seño Carolina dijo que le daba muchos dolores de cabeza y después me llevó con la directora, pero no dije nada porque seguro me iba a retar también. 

Terminé cambiándole de tema rotundamente al ver que su madre se asomaba diciéndole que su actividad estaba muy bien pero que debía de practicar las letras porque en la primaria iba a tener que estudiar más y en algunas se seguía equivocando, le pedí que escribiera varias veces la letra "E" que solía hacerla al revés y saludando a su mamá corté la videollamada. 

No necesitaba decir nada más, ni ella ni yo. Presioné "dejar de grabar pantalla" y me dirigí hacía la comisaría. No sé si olvidé todo lo estudiado o lo recordé y lo puse en práctica.

viernes, 1 de mayo de 2020

En una clase virtual vi la realidad de mi "alumna irresponsable"

Trabajar con adolescentes no es tan sencillo. Los jóvenes van cambiando año tras año, cada vez parecen más adultos, o más niños, la verdad no lo sé. A veces quieren expresarse como si fueran unos ancianos llenos de sabiduría y en otras ocasiones pareciera que en vez de estar en primer año de la secundaria están empezando la primaria, todo les da risa, inventan palabras, gritan todo el día y se distraen con gran facilidad. Pareciera que nada les importa. Claro que a veces me enojo, porque me preparé por años para estar donde estoy y parecen no escuchar mis clases, pero también los entiendo, no siempre van a tener trece años.

Mi nombre es Laura y soy la profesora de geografía de una escuela secundaria de Argentina. Amo mi trabajo, desde niña supe que la docencia era lo mío.
Estoy a cargo de primer y tercer año, pero en esta ocasión quiero enfocarme en mis alumnos más jóvenes, los que acaban de terminar la primaria. Este año me tocó un grupo tranquilo, a pesar de que es un cambio importante lo están llevando bastante bien. Por supuesto que a veces son revoltosos, pero son adolescentes y sé que es normal.
Pasaron pocos días desde que tuve mi primera clase con ellos y ya me estoy aprendiendo sus nombres: Matías, al que hay que decirle que se mantenga en silencio a cada rato, Paula, quien responde todas mis preguntas por más difíciles que sean, como si tuviera una biblioteca en su mente, Leonel, que a cada rato hace chistes y alborota a todo el grupo, Bianca, quien parece estar siempre aburrida en mi clase, se queda dormida, no responde a mis preguntas aunque haya explicado el tema varias veces... Bianca... el comportamiento de ella me llama la atención. Recuerdo muy bien su nombre.

En la primera clase dejé una actividad que debían de entregar para la próxima vez que nos viéramos y pude ver lo que veo año tras año, quien lo hace excelente, el que copia todo de Internet y varias tareas repetidas. Me río al leer las últimas porque ni se esfuerzan en cambiar algunas palabras para disimular. Todos entregaron el trabajo, así esté mal hecho, lo entregaban igual, al menos había una palabra escrita, pero la tarea de Bianca era inexistente, ni siquiera había copiado la consigna. Le pregunté el motivo y se disculpa diciendo que estuvo ocupada, que ese día no llegó a copiar la tarea debido a que la retiraron antes de la escuela, recuerdo eso, pero debió de habérsela pedido a algún compañero, pero insiste en que estuvo ocupada.

Me planteo en qué vida tan ocupada podría tener una adolescente de trece años a tal grado de no tener tiempo de copiar tres preguntas en una hoja. Lo dejo pasar debido a que son las primeras clases y no quiero tener una mala imagen de ningún alumno. Pero las clases pasan y ella sigue igual.

Le planteo mi preocupación al director y él dice no saber demasiado sobre ella debido a que era una alumna nueva, había hecho la primaria en otra escuela y al revisar sus calificaciones puedo ver que su último año en la primaria lo pasó por pura casualidad. El director decide no indagar más ni citar a sus padres debido a que recién empezaba el ciclo escolar y él creía que era demasiado pronto. Estaba un poco decepcionada por su poco interés pero acepté su decisión.

Al poco tiempo las clases presenciales se vieron afectadas por lo que es de público conocimiento. Todos debíamos de permanecer en nuestras casas. De inmediato se empezó a ver cómo adaptarse a las clases virtuales. Les dejaba textos, mapas y actividades pero no me terminaba de gustar que ellos se quedaran sin una explicación un poco más específica así que decidí que la hora en la que daba mi materia con ellos nos conectaríamos por una aplicación para poder vernos, aclarar dudas, y que la inmensa cantidad de textos pueda ser más llevadero para ellos que a cada rato me pedían explicaciones o simplemente me escribían para decir: "no entiendo nada, profe".

Era la primera vez que me manejaba de esa forma con mis alumnos y tenía miedo de que no funcionara. Ya sea porque no todos tenían acceso a Internet, porque no sabíamos qué tan eficaz era la plataforma que había decidido utilizar, como tampoco si se me vería o escucharía bien. Soy consciente de que no todos tienen una computadora o celular para usar cuando quieran así que la asistencia no era obligatoria.

Como era de esperar no se conectaron todos, pero casi la mitad del curso estaba ahí, lo que era bueno. Algunos no pudieron por no tener un celular o una computadora con acceso a Internet en ese momento y otros, simplemente porque no era obligatorio. Pero estaba la mitad, y esos diez adolescentes merecían la clase que había prometido.
Nos saludamos, pregunté si se escuchaba bien, si la imagen era buena, si tenían alguna dificultad para conectar la cámara o el micrófono... todo parecía estar perfecto. Ellos me veían y yo los veía a ellos.

Minutos antes de entrar a la clase virtual me pregunté si Bianca estaría allí, ya que pocas veces entregó las tareas y las pocas parecían estar hechas en diez minutos. Para mi sorpresa sí estaba ahí, saludándome. La felicité por haberse sumado a mi propuesta animándola a quedarse ya que así podría serle de ayuda para las próximas actividades. Ella asintió con la cabeza y buscó un cuaderno para empezar a tomar apuntes. A cada rato alguno tenía una pregunta o quería agregar un comentario así que decidí no silenciar a nadie así podría ser el intercambio que tanto necesitábamos. El sonido de ambiente afectaba un poco la clase pero de todas formas, todos nos escuchábamos bien.

Estaba aclarando algunas dudas sobre el último mapa que había mandado cuando el sonido de ambiente de uno de los hogares fue más fuerte de lo normal. Provenía de la casa de Bianca quien solo suspiró y se alejó de la cámara. Mis alumnos, un poco curiosos se quedaron en silencio para seguir escuchando una conversación que había muy a lo lejos, yo intentaba silenciar su micrófono ya que me parecía su privacidad pero no había manera de hacerlo. Me estaba poniendo cada vez más nerviosa conforme avanzaban los minutos, quería seguir mi clase, pero no podía.

La conversación seguía. Estaba su voz. Y la voz de una persona mayor, un anciano, ¿sería su abuelo?
Lo confirmé a los pocos segundos.

-Abuelo, por favor, te había dicho que iba a estar en clase, es importante. -Dijo en un tono un poco molesto.
-¿Clase? ¿de qué, tesoro? No me habías dicho nada. -Le responde el anciano confundido.
-De geografía, abu... ¿te acordás de que no puedo ir a la escuela? no podemos salir de casa y las clases son así ahora, mira, voy a poner las noticias para que veas un poco. -Le dice Bianca con una voz esta vez dulce y paciente.
-¿Pero qué es eso? ¿están todos tapados? ¿están enfermos? Ay, Bianca, ¿qué está pasando en el mundo? -Con cada pregunta aumentaba más su preocupación y parecía no poder respirar bien.
-Abuelo, tranquilo, todo está bien, solo debemos cuidarnos. No te pongas nervioso, voy a traerte una pastilla así estás más relajado, ¿o preferís que te haga un té? Cambiemos de canal, miremos otra cosa, ¿qué película te gustaría ver? ah, ya sé, ¿querés ver "la vida es bella"? -Decía Bianca cada vez más nerviosa.
-No, mi vida, no te preocupes, estoy bien... solo me alteré un poco, no recordaba todo esto, perdón Bianca, ¿qué hora es? ¿no tenés que ir a la escuela hoy? ¡se te hace tarde!

Al rato mi alumna "distraída e irresponsable" volvió a acercarse a la cámara pidiendo disculpas. Todos seguían en silencio esperando algo, una explicación de lo sucedido, que terminara la clase, que siguiera, algo...
Le pregunté si todo estaba bien y a pesar de la mala calidad de su imagen pude ver cómo sus ojos comenzaban a cristalizarse y con la voz cortada empezó a contar, al principio con vergüenza. A quien habíamos escuchado, efectivamente era a su abuelo. Ella vive con él desde que era niña, su abuela también estaba en la casa pero falleció hace unos años y desde entonces, su familia solo era su abuelo materno. No conocía a sus padres, su madre quiso darla en adopción y los abuelos decidieron que lo mejor era que viviera con ellos, ante la insistencia y la aprobación del juez, ellos estaban a cargo de la niña, la madre, enojada por no haber aceptado su decisión se fue a vivir a otra provincia. No sabía quién era el padre. Solo sabía que estaba sola bajo el cuidado de una persona mayor. Su abuelo tenía Alzheimer y una enfermedad en su corazón, por lo que debía de permanecer tranquilo siempre, pero a medida que aumentaba la pérdida de la memoria también lo hacían las crisis de ansiedad.

Todos la escuchábamos sin interrumpir mientras ella seguía relatando lo que era su día a día. Muchas veces faltaba a la escuela debido a que su abuelo no estaba bien de salud y debía cuidarlo, cuando estaba en clases y se ponía mal, una vecina iba a retirarla de la escuela antes para que fuera a ayudarlo. No tenía tiempo libre para salir con amigos, divertirse, o incluso, estudiar. Pidió perdón por sus tareas, aceptó que sí las hacía muy rápido y casi no leía los textos.

-A veces creo tener tiempo libre cuando él mira una película, casi siempre la misma, ve "la vida es bella" una y otra vez, y no se aburre, se emociona como si fuera la primera vez, es que se olvida, profe... y me pide que lo acompañe porque tiene una linda enseñanza que quiere que aprenda, pero también olvida que me sé los diálogos de memoria... -da un suspiro, se seca el rostro y las lágrimas que hacían una maratón empiezan a disminuir- pero él está contento cada vez que me siento a ver esa película con él y le digo que es hermosa, a veces me pongo a pensar, profe... y no sé cuántas veces más voy a poder verla, él está muy enfermo... nunca sé si va a ser la última repetición.

Mi alumna "irresponsable" era la más responsable de todos. Tenía una responsabilidad mucho más grande de la que debería, estaba obligada a crecer antes de tiempo, tenía deberes más difíciles que responder unas preguntas de geografía. Los adolescentes de a rato son adultos y después niños, Bianca debía de comportarse como una adulta siempre.

Ese día le prometí que íbamos a encontrar una solución para que ella pueda estudiar, divertirse, tener tiempo... su único pedido fue que no la separaran de su abuelo, su única familia.

Nunca sabemos la realidad detrás del comportamiento de nuestros alumnos, sean niños o adolescentes, juzgarlos o decir que son irresponsables, caprichosos, problemáticos... es más fácil que investigar qué les sucede o ver si necesitan ayuda, pero en cada alumno hay una historia que no conocemos, quizás esté en nuestras manos el hacer la diferencia en sus vidas.