Toma un cuerpo pequeño, a veces uno inmenso, una edad corta, o una avanzada, y te sumerge de a poco en el infierno, convenciéndote de que es lo mejor y lo correcto, tu mundo se hace trizas, todo es incendio, obligándote a vivir en un universo paralelo. Primero te observa y después se decide, arrastra sus garras por fuera y por dentro, te toma del cuello, te habla lento, y su voz son tempestades que invaden tus sentidos, te acaricia el cabello, y todo se quiebra, y todo cae, abraza tus extremidades y estas ya no sienten, desaparecen. Te mira a los ojos y tu mirada se apaga, te besa en los labios y tu voz es silenciada, con sus manos recorre tu cuerpo, dejando en cada lado una marca, un hueco. Primero acaba con tu mente, con tus sueños, destrozando la confianza, sembrando miedos, te modifica la idea que tenías sobre el deseo, ya nada más importa que un peso, o un hueso. Luego prosigue con lo que se observa en tu reflejo, transformando en agua inquieta al espejo, llenando...